El secreto de la batalla no tiene fin.

No necesito probabilidades para avanzar un segundo...cada segundo que avanza es una probabilidad menos de estar vivos.

Lanzamos monedas en fuentes por desear lo nunca visto, mientras estigmatizamos nuestras ganas con destinos ya escritos.
Muchos viven en caminos predispuestos desde el inicio, que nunca finalizan, por cambiar sin previo aviso.

No le tengo miedo a mis fantasmas, pues son ellos los que me han revivido...sean buenos, sean malos, siempre han sido solo míos...

A la larga, nadie es un vaso vacio...escocés, sauza o papelón, juzgamos lo que ya hemos sido, alardeamos con nuestro contenido y nos mezclamos por pensar que esto nos describe como “amigos.”

Nunca escribo porque escribo, mas bien lo hago como vicio, aquel que criticaron sin permiso y entendieron por capricho, el día que un susodicho amenazo parámetros esquivos. Ha sido mas el que reto mis permisos que el que respeto mis limites vacios.

Me levanto y tengo ganas de escaparme de este mundo tan frágil y ridículo…pero vivo realidades inventadas, no por huir sino por enfrentar castigos, que a la larga no son mas que trampas blancas provocadas por manías adictivas.

Nunca le he preguntado a lo desconocido, porque me gusta recibirlo con ahínco…puede ser que me equivoque en mis respiros pero nunca le he mentido a mis instintos, y estos son mas que una casa, un carro o un hijo, son la receta a mis himnos.