Uno arriba del otro, uno abajo del otro. Organizamos todo en descriptivas numeraciones sobre lo que sucede. Construimos edificios en el paralelismo de ladrillos e historias en la continuidad de perceptivas metáforas individuales. No somos “uno,” somos todo, y con “todos.” Escapo de la comunicación con el lenguaje de los signos, prefiero hablar con paradigmas y sintagmas, a enfrentar presentes análisis sobre mi reacción hacia el entorno. Es normal que me tomen por desordenada cuando mi subconsciente se alimenta solo de extremos contrastes y radicalizaciones intencionales. En lo continuo siempre existe lo variable. No debemos pensar que por nacer blancos, siempre lo seremos. Desde cualquier aspecto socio-económico-cultural-político-psicológico-físico, siempre somos susceptibles al paso del tiempo y sus suspensivas vías. Consideramos, en nuestro periodo de vida, que las tendencias y creencias son burbujas ajenas a nuestro inevitable ego-centrismo; mientras estas no afecten el centro de balance cómodo que nos identifica como “yo,” las ignoramos al igual que lo que nos rodea durante las ocho mil setecientas sesenta horas del año. De igual manera, la división de esas horas entre dos, seria el resultado de lo que vemos hacia delante y dejamos atrás por raramente voltear durante el transcurso del pasado. Al igual que lo que perdiste aquella vez caminando, que se te cayo del bolsillo pero realmente no estas seguro. La vida en producción masiva, es la ironía de que nuestra mayor razón para vivir desde el día que nacemos, es la muerte.
miércoles, 17 de octubre de 2007
El montaje
Publicado por Selva Graciani en 16:12
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Las Barajas de la Abuela
About Me
- Selva Graciani
- No soy solo una autora... Suelo columpiarme entre diferentes personalidades para darle vida a facetas que no conocia sobre mi ayer, mi hoy y mi mañana.
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